RV60 – Hechos 9

Hch 9:1  Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,

Hch 9:2  y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

Hch 9:3  Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

Hch 9:4  y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Hch 9:5  El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

Hch 9:6  El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

Hch 9:7  Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.

Hch 9:8  Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

Hch 9:9  donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

Hch 9:10  Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

Hch 9:11  Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

Hch 9:12  y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

Hch 9:13  Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

Hch 9:14  y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

Hch 9:15  El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;

Hch 9:16  porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

Hch 9:17  Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Hch 9:18  Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

Hch 9:19  Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

Hch 9:20  En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

Hch 9:21  Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?

Hch 9:22  Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.

Hch 9:23  Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle;

Hch 9:24  pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.

Hch 9:25  Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

Hch 9:26  Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.

Hch 9:27  Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús.

Hch 9:28  Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,

Hch 9:29  y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle.

Hch 9:30  Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.

Hch 9:31  Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.

Hch 9:32  Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida.

Hch 9:33  Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.

Hch 9:34  Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó.

Hch 9:35  Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

Hch 9:36  Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.

Hch 9:37  Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.

Hch 9:38  Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros.

Hch 9:39  Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.

Hch 9:40  Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.

Hch 9:41  Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

Hch 9:42  Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.

Hch 9:43  Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor.


Reina-Valera 1960 (RVR1960): © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Para obtener más información, visita americanbible.org, unitedbiblesocieties.org o vivelabiblia.com.

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