Steve Irwin fue más que un presentador. Fue un símbolo de coraje, entrega y amor por la creación de Dios. Famoso por su valentía y pasión por la vida salvaje, se convirtió en ícono mundial por su programa The Crocodile Hunter (El Cazador de Cocodrilos). Durante años, se enfrentó a cocodrilos, serpientes venenosas y animales letales, siempre con una sonrisa y una energía contagiosa.
Su vida reflejaba entusiasmo por cada vida, desde los reptiles más temidos hasta los paisajes submarinos más majestuosos. Era el ejemplo moderno de alguien que “domina la tierra” como se ordenó en Génesis. Pero, incluso los que parecen tener dominio sobre la naturaleza, no tienen control sobre el momento final.
En septiembre de 2006, mientras Irwin filmaba un documental submarino en la Gran Barrera de Coral, fue atacado por una mantarraya que lo hirió mortalmente. El ataque fue repentino, inesperado y fulminante. En cuestión de segundos, su corazón dejó de latir. Su equipo quedo desconcertado y apenas tuvo tiempo de reaccionar. El mundo lloró y la eternidad toco a su puerta.
La ilusión del domino y la brevedad de la vida
Irwin vivía al límite y se dedicó a la conservación de la naturaleza. Interactuó con los animales más letales, pero con ternura y audacia. Sin embargo, su muerte revelo una verdad universal: el ser humano, por más valiente o temerario que sea, no controla el tiempo ni la eternidad. Todo tiene su tiempo y ningún ser humano, ni ángeles, ni potestades tienen el poder de controlarlo.
8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte… (Eclesiastés 8:8)
Irwin tenía 44 años. En la plenitud de su carrera, con millones de seguidores y proyectos por delante, en un instante pasó a la eternidad dejándolo todo atrás y no se llevó nada con él. En segundos todo quedó atrás. Su historia nos recuerda cuán efímera es nuestra vida sobre esta tierra. Ciertamente, en un abrir y cerrar de ojos, podemos dejar esta vida y pasar a la eternidad.
14 …¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” (Santiago 4:14)
Como Irwin, todos tenemos sueños y anhelos, desarrollamos diferentes actividades, unos arriesgan sus vidas para ayudar a otros o simplemente para demostrar lo intrépidos que son, otros prefieren ser más conservadores y prefieren no vivir al límite. Pero todos estamos conscientes de que no somos inmortales, somos seres mortales que estamos de paso. Todos tenemos un tiempo para vivir en esta tierra y luego pasaremos a la eternidad.
Así que, cuando llegue tu hora de dejar esta vida ¿dónde pasarás la eternidad? Dios ha puesto delante de nosotros dos opciones: vida eterna o muerte eterna, vivir eternamente con Dios o vivir eternamente alejado de Dios, gozo eterno o tormento eterno. Mientras que aún respiramos hay oportunidad de elegir. Mientras que estamos con vida tenemos que tomar nuestra decisión, porque después será demasiado tarde.
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. (Hebreos 9:27)
Una lección para el alma
No se trata de vivir con temor, sino con conciencia. La muerte no respeta edad, posición social, logros, fama ni valentía. La muerte llega a su debido tiempo y ninguno puede escapar de ese momento.
Al dejar este mundo, sin duda nada de este mundo permanece con nosotros: ni dinero, ni títulos, ni cargos, ni la ropa que llevamos, ni nada. Lo único que puede permanecer con nosotros es nuestra relación con nuestro Creador. Pero, si vivimos una vida sin acordarnos de nuestro Creador ¿podremos vivir con Él por toda la eternidad? Si solo nos ocupamos de nosotros mismos y vivimos para nosotros mismos, ciertamente no viviremos con Él.
Ahora que aún podemos caminar y respirar, tenemos la oportunidad de reconocer que somos pecadores. Podemos acercarnos a Dios para pedirle perdón por nuestros pecados. Podemos recibir a Jesús en nuestras vidas como Señor y Salvador. Podemos aprovechar nuestra vida como sabios y no como necios. Podemos conocer a nuestro Creador a través de su palabra. Podemos vivir con él y para él desde ahora y por toda la eternidad. Podemos prepararnos con diligencia para el encuentro con nuestro Dios.
12 Prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. (Amós 4:12)
Por otra parte, Irwin se entregó por completo a su vocación, a pesar que eso no le daba salvación. Pero, la vida cristiana nos llama a entregarnos a una causa mayor: la redención en Cristo. Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre, pero con una certeza disponible en el Evangelio.
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. (Juan 5:24)
En segundos, Irwin pasó de la tierra de los mortales al más allá, pasó a la eternidad. La muerte no es el fin de todo, al morir no dejo de existir.
Ciertamente su muerte dejó dolor, pero también dejó una enseñanza: que lo más valioso no es cuánto arriesgamos, sino cómo vivimos para aquello que realmente importa. La eternidad está a un suspiro de distancia, pero también lo está la salvación.
Así como Steve vivió con pasión y entrega, tú también puedes vivir con propósito y dirección. Hoy es el día aceptable. No mañana. No después.
2 Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. (2 Corintios 6:2)
12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. (Hebreos 3:12-13)
Que el Dios eterno en Cristo Jesús que nos ofrece vida eterna y gozo perpetuo, inunde nuestras vidas con su amor y podamos perseverar hasta llegar a nuestra morada celestial.