Nathaniel y el reflejo del amor de Dios

Por: Carlos R. Ali Rodriguez | Publicado: 31 Jul 2025

La historia de Nathaniel Newman

En un mundo que valora más la apariencia física, la historia de Nathaniel Newman y su madre Magda es un testimonio de que el amor verdadero no depende de lo visible, sino de lo eterno.

En 2005, después de un largo y difícil parto, Magda Newman dio a luz a su hijo Nathaniel. Ella junto a su esposo Russel Newman pasaron por un impacto emocional profundo al descubrir que su hijo nació con el síndrome de Treacher Collins.

El síndrome de Treacher Collins es una condición genética rara que afecta el desarrollo facial. Esta condición provoca deformaciones en los huesos de la cara y la mandíbula, pero no afecta las capacidades mentales.

Así, el rostro de Nathaniel presentaba deformidades severas, pero su mente y espíritu eran brillantes. Desde el primer día, su madre enfrentó una realidad dolorosa: rechazo social, más de 70 cirugías para que su hijo pueda respirar, oír, hablar y comer con normalidad. Fue una vida marcada por desafíos. Pero nunca dejó de amar a su hijo.

Magda escribió su historia en un libro titulado Normal: A Mother and Her Beautiful Son (Normal: Una madre y su hermoso hijo), donde relata cómo dedicó su vida a cuidar, educar y proteger a Nathaniel. Su hijo también compartió su vida en su libro Normal: One Kid’s Extraordinary Journey (Normal: El viaje extraordinario de un niño).

En una entrevista, Magda dijo: “Cada sonrisa de Nathaniel, cada palabra de cariño, cada paso que da, es para mí una recompensa eterna. No importa cuánto haya costado llegar aquí.”

Su amor no dependía de la respuesta inmediata. Era paciente, persistente, sacrificial. Esta historia inspiró el libro Wonder de R.J. Palacio, que también trata sobre un niño con Treacher Collins y el poder del verdadero amor.

El reflejo del amor divino

La historia de Magda y Nathaniel no es solo conmovedora: es profundamente espiritual. Refleja el amor incondicional de Dios hacia nosotros. Un amor que no depende de nuestra perfección ni de nuestra reacción. Un amor que persiste, que espera, que toca la puerta del corazón cada día.

15 ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. (Isaías 49:15)

Dios no nos ama por lo que podemos ofrecerle o por nuestra apariencia física. Nos ama porque somos suyos y no quiere que nos perdamos. Aunque muchas veces decidimos ignorar o no escuchar su palabra de amor, Él sigue ahí. Como Magda, que no dejó de cuidar a su hijo, aunque no siempre recibía una señal clara de afecto.

Dios no espera que seamos buenos, santos o perfectos para recién darnos su amor. Por el contrario, Dios quiere que vengamos a Él en la condición que nos encontremos, no importa si nuestros pecados fueren terribles, no importa si fueren innumerables o incontables. Dios ya pago el precio de nuestra redención, Él nos mostró su amor en la cruz.

8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

No debemos pensar que primero nosotros, con nuestro propio esfuerzo, tenemos que cambiar nuestro estilo de vida, y que solamente cuando lo hayamos conseguido, recién podremos acercarnos a Dios. ¡No! Dios no quiere que muramos en pecado, por eso dio a su Hijo unigénito. No hay nada que nosotros podamos hacer para ser merecedores de su amor. Además, no hay justo, ni aún uno sobre la faz de la tierra, todos hemos pecado. Todos somos merecedores de muerte, pero Dios que es grande en amor y misericordias, nos ofrece gratuitamente su perdón y su salvación por medio de Jesucristo.

9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1 Juan 4:9-10)

4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). (Efesios 2:4-5)

Así como Magda se esforzó cada día para estar junto a su hijo, para ayudarlo, para cuidarlo, para alentar su vida, para ser su mejor amiga, para acompañarlo con paciencia en su recorrido. Así mismo, el Padre Eterno se esfuerza cada día para estar con nosotros, siempre está dispuesto para ayudarnos, cuidarnos y sustentarnos; siempre está dispuesto para alentar nuestras vidas por medio de su palabra. Siempre nos muestra su amor, aun en los pequeños detalles.

Muchas veces, a pesar de ser ya cristianos, muchas veces caemos y cometemos pecado. Y muchas veces Él se compadece de nosotros. Siempre está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos de toda maldad, siempre que con un corazón sincero demostremos un genuino arrepentimiento. Es más, mientras aún respiramos, tenemos oportunidad para arrepentirnos antes de volver al polvo.

13 Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen. 14 Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.” (Salmo 103:13-14)

Nathaniel no tuvo una vida fácil. Atravesó por muchas pruebas y tribulaciones. Él sufrió muchos dolores como resultados de las numerosas operaciones a las que fue sometido. Muchos se burlaron de su condición física, fue rechazado y menospreciado. ¿Cuántas veces, desde su infancia, habrá llorado sin consuelo? ¿Cuántas veces su madre puso de su parte para que él supiera que es amado?

En esos momentos difíciles que atraviesas, recuerda que hay alguien que te ama con amor eterno. Hay alguien que siempre estará contigo y siempre te acompañará en el camino. En esos momentos de soledad y tristeza, ahí está Jesús llamando a la puerta de tu corazón. ¡Ahí está Él! listo para llenarte con su consuelo y su dulce amor.

No importa si eres rechazado, no importa si se burlan de ti, no importa si dicen toda clase de males en contra tuya. Entrégalo todo al Señor y descansa en Él. No busques tu propia venganza, no busques hacer justicia por tu propia mano. Dios tiene control de todo y Él es el juez del universo.

17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Romanos 12:17-21)

Que nuestro Dios de amor nos acompañe y nos sustente siempre en todo nuestro caminar.

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