Llamados para servir aún en la enfermedad

Amados es un gozo poder escribirles acerca de nuestro servicio aún en la enfermedad. Oro, en verdad, a nuestro Padre Celestial para que fortalezca nuestras vidas en todo tiempo.

Como sabemos, todos como cristianos (sirvamos o no en la obra del Señor a tiempo completo) tenemos lucha espiritual contra las fuerzas de maldad en las regiones celestes (Ef. 6:12). Esta lucha es a muerte, es una lucha sin tregua, una lucha diaria hasta encontrarnos con Jesús en las nubes.

Algunos creen que los cristianos no deberíamos enfermar porque Jesús llevo nuestras enfermedades. Otros creen que estar enfermo es resultado de algún pecado cometido y por tanto es un castigo de Dios. Por esto, muchos al enfermar y por no sanar inmediatamente toman la decisión de alejarse de Dios; otros abren las puertas al enemigo y comienzan a torturarse y sienten que ya no sirven para nada, creen que sus anhelos de servir a Dios acabaron.

Por lo tanto, es importante recordar a algunos personajes que nos ayudarán a comprender que es lo que Dios quiere de nosotros.

Para recordar: Pablo tenía problemas en sus ojos (Hec. 9:18; Gál. 4:13), igualmente Timoteo tuvo problemas estomacales (1Tim. 5:23). La suegra de Pedro tuvo que pasar por enfermedad (fiebre). Dorcas una sierva mencionada en Hechos 9:37 enfermo y murió.

Con todo esto, es sumamente importante entender primeramente que los cristianos no estamos eximidos de quedar enfermos o padecer alguna enfermedad. Estamos sujetos a un cuerpo mortal que se debilita, envejece y muere, tal como ocurrió con las vidas que mencionamos anteriormente.

En las escrituras se nos habla de otro siervo llamado Epafrodito, de quién Pablo nos dice lo siguiente:

25Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades; 26porque él tenía gran deseo de veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado. 27Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. 28Así que le envío con mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos tristeza. (Fil. 2:25-28)

Ver a un amigo o un familiar enfermo llena el corazón de tristeza, pero en esos momentos es donde tenemos que poner nuestra confianza en Jesús, y dejar que su amor y fortaleza nos ayude a seguir adelante. Dios obrará conforme a su voluntad.

Por otra parte, todos los que aceptamos a Jesús en nuestros corazones somos siervos suyos. Reconocemos que él murió por nosotros en la cruz del Calvario, derramó su sangre para pagar el precio de nuestra salvación. Así, como siervos del Gran Rey, servimos de una u otra manera dentro de su obra, ya sea en: Evangelismo, intercesión, recepción, etc. Pero eso, tampoco quiere decir que no llegarán tiempos difíciles o de angustia (por medio de la enfermedad) a nuestras vidas.

Entiende que el Señor permite, conforme a su voluntad que pasemos por muchas pruebas y tribulaciones a fin de perfeccionarnos para toda buena obra. Todas las pruebas y tribulaciones nos ayudan para bien, y todo tiene un propósito: moldear nuestro carácter, aumentar nuestra fe, aumentar nuestra paciencia, caminar por fe y no por vista, y mucho más.

Es imposible que un cristiano no enferme, todos estando en esta tierra estamos en un cuerpo de humillación, un cuerpo mortal, un cuerpo que pronto será transformado. Recuerda lo que el Apóstol Pablo decía como hombre mortal en cuerpo de humillación:

29¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 30Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. (2Co. 11:29-30)

7Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2Co. 12:7-10)

¿Entiendes? Hay veces en que Dios permite que el enemigo nos zarandeé como a trigo. Clamamos, clamamos y clamamos pidiendo que nos libre, que nos sane, pero Dios no lo hace por buenas razones:

  1. Para darnos su poder para resistir en el día malo y hacer frente a toda fuerza de maldad,
  2. Para perfeccionarse él en nosotros,
  3. Para usarnos como ejemplo y luz para muchos que están en hospitales, asilos de ancianos, orfanatos y que están pasando por enfermedades o porque ya son mayorcitos o son huérfanos.

El adversario no es compasivo, él golpea, abofetea, maltrata, lastima en la carne (en el cuerpo y en el corazón del alma). El enemigo provoca afrentas (insultos, bofetadas, golpes, ofensas, bullying) con compañeros de trabajo, colegio, familiares, amigos; provoca necesidades como problemas económicos, rechazo, auto-rechazo, temor al rechazo, soledad, zozobra, desespero, malestares; provoca persecución (acoso en el trabajo, en el colegio, en la universidad, en la calle); provoca angustias (inquietudes, intranquilidades, impaciencias, desazones, desesperanzas, molestia, turbaciones).

Es en todo ese tiempo difícil, tiempo en que nos sentimos débiles, sin fuerzas para continuar en el camino, sin ganas, con vacío y soledad, tal vez sintiéndonos huérfanos, es en ese tiempo que debemos humillarnos y derramarnos como niños ante el Señor y Él comenzará a obrar. Él nos levantará con su mano poderosa.

Por otra parte, sabemos que cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador «las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas», pero hay cosas como consecuencia del pecado que permanecen en el cuerpo y no pueden borrarse, todo a la larga trae consecuencias. Y dependiendo de lo que haya sucedido, Dios puede transformar, cambiar o mantener para testimonio.

Por ejemplo: una persona puede haber pasado su vida fumando excesivamente, después de un tiempo conoce a Cristo y decide seguirlo, por consiguiente deja de fumar. Pero, pasado un tiempo le diagnostican cáncer en los pulmones. Conociendo la noticia, él decide orar por sanidad. En este caso puede suceder una de tres cosas, conforme esté en la voluntad de Dios:

  1. La persona puede ser sanada a través de la oración.
  2. La persona puede ser operada (una, dos, etc. veces) y pueda continuar adelante en su peregrinar.
  3. La persona no es sanada. Y el señor se glorifica derramando fortaleza, aliento hasta el momento que esta persona tenga que partir.

Por tanto solo nos queda servir al señor con ánimo de corazón, sujetarnos a su soberana voluntad y no quejarnos o lamentarnos por lo que pasamos. Al final sabemos que pronto veremos al rey en su hermosura y este cuerpo mortal será transformado y ahí TODO SERÁ HECHO NUEVO.

7Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. (Rom. 14:7-9)

Así que en este tiempo de vida que el Señor nos da, aprovechemos el tiempo como sabios. Sirvamos en todo lo que podamos a nuestro Señor Jesucristo. Continuemos peleando la buena batalla de la fe como guerreros del Dios Altísimo. Recordando que así también vivieron y experimentaron el dolor y la enfermedad todos los siervos del Señor, pero aun así no se rindieron en su batalla diaria…

33que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 34apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, SACARON FUERZAS DE DEBILIDAD, SE HICIERON FUERTES EN BATALLAS, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. (Heb. 11:33-34)

Aún más, viene la hora en que muchos seremos muertos, asesinados por hombres llenos de maldad. Así que en todo tengamos confianza en Jesús, él nos prometió darnos vida juntamente con él.

25le dijo Jesús: yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿crees esto? (Juan 11:25-26)

Ruego a Dios que estas palabras hayan sido de aliento para tu vida. No desmayes, él Señor sabe lo que hace con tu vida. Gózate porque aún en lo poco puedes servirle, y si lo haces con corazón alegre, él recibe tu servicio como perfume agradable.

23su señor le dijo: bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mat. 25:23)

Y si piensas que porque estás en cama y no puedes levantarte ya no puedes servir al Señor, o porque te casaste piensas que ya no puedes servir. ¡No te equivoques! ¡Aún puedes servir al Señor con todo tu corazón! ¡Incluso estando en cama, ya sin poder hacer nada físicamente, aún podemos seguir sirviendo a nuestro Señor a través de la oración por los santos, cantandole cánticos en espíritu y verdad!

¡No pienses que ya no puedes servir porque estás enfermo! Aun así, estando en esa condición, Dios te está llamando a la guerra y puedes servirle, vistiéndote de oración, ayuno, clamor.

 11Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. 12Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 14Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 16Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? 17Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? 18Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. 21Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22Antes bien LOS MIEMBROS DEL CUERPO QUE PARECEN MÁS DÉBILES, SON LOS MÁS NECESARIOS; 23y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. 24Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, 25para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. 27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. (1Co. 12:11-27)

Algunos pueden pensar y/o decir: «los viejitos, los que no saben leer y los enfermos no pueden servir al Señor»¡Qué error más grande!, pues, incluso los más débiles o sencillos son necesarios en la obra del Señor porque pueden servirle a través del ayuno y la oración por la obra, por los santos y por el siervo del Dios Altísimo para que al abrir su boca hable conforme a su voluntad y dé a conocer los misterios de Cristo. así que:

9Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra (ESPIRITUAL). 10Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. (Joel 3:9-10)

5Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. 6Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, (Sal. 149:5-6)

¡Que nuestro amado Jesús los llene de su amor y fortaleza!

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